Mi experiencia con la dieta cetogénica y el ayuno intermitente (parte 1)

Estaréis de acuerdo conmigo en que estudiar la recta final de unas oposiciones después de unas navidades, a la vez que trabajas, con el estrés que eso conlleva por un lado y el sedentarismo asociado por otro, no es el mejor escenario para mantenerse, digamos “en forma”. El resultado para mí fueron 2 kg de más que se sumaron a los otros 4 kg anteriores que se me habían “pegado” en los dos últimos años (¿edad? ¿reducción del nivel de ejercicio? ¿comer “sano” pero en demasiada cantidad? y, ya puestos, ¿comer emocionalmente?… probablemente una mezcla de todo). El caso es que me encontraba agotadísima (lo cual me estaba generando aún más estrés por no verme capaz de llegar a todo), con la energía por los suelos, problemas con las digestiones y a la vez una ansiedad por comer que me hacía estar picoteando todo el día, que si unos frutos secos, que si algo más de fruta, que si un poco de chocolate negro, que si una tostadita con crema de almendras… vamos todo supersano pero que, poquitos a poquitos, iba sumando (gente, nos guste o no nos guste, digan lo que digan y matizando lo que haya que matizar: las calorías cuentan). Aunque lo peor no era eso, lo peor era la sensación de descontrol, de necesitar comer a todas horas y a pesar de todo, seguir sin energía.

Y estando así en esa espiral de decadencia, llegaron a mí, curiosamente por varias vías, historias sobre el tipo de alimentación low carb/cetogénica y los ayunos intermitentes. Por supuesto que había oído y leído un montón veces antes acerca de ello, incluso artículos científicos, así como de la dieta paleo o la evolutiva, y aunque le veía mucha lógica pensaba rotundamente que no era para mí. A pesar de que hace tiempo que el azúcar está prácticamente desterrado de mi vida, no me veía capaz de abandonar totalmente los cereales (integrales) ni el buen pan ni las legumbres, ni de «saltarme» comidas, ni quería comer más productos animales de los que ya comía (huevos, algún queso y yogur de leche de oveja o cabra y muy muy de vez en cuando algo de pescado o carne), ni tampoco quería comer menos fruta. No digamos la idea de saltarme el desayuno o la cena para estar 16h sin comer nada! 16 horas…OMG!

Sin embargo, esta vez lo que me picaba el gusanillo no era tanto la pérdida de peso (seguía estando en un IMC perfectamente normal, aunque por salud, sí quería reducir esa grasa abdominal que me estaba empezando a coger cariño), lo que me atraía de verdad eran los testimonios que relataban una mayor energía, mayor claridad mental, disminución del deseo de picotear entre horas y estabilización de los niveles de glucosa y reducción del grado de inflamación general (que quizá, a mi bursitis del hombro que llevo arrastrando año y medio, no le iría mal). Así que, como me encanta experimentar, se me pasó por la cabeza darle una oportunidad. Nunca veía el momento de empezar, pero el cuerpo que es muy sabio, me lo puso en bandeja. Una gastroenteritis de origen indefinido que me obligó a estar más de 48h en ayuno marcó el inicio. Decidí aprovechar ese incidente negativo y convertirlo en el impulso para lanzarme en serio. 

Bueno, para poneros en contexto y para quien no sepa de que hablo… en resumen, llegar a un estado de cetosis supone llegar a un estado metabólico en el que tu cuerpo quema grasa en lugar de azúcares para obtener la energía que necesita, y si además la intención es perder grasa corporal, lo ideal es que queme preferiblemente la tuya propia y no tanto la que ingieres con los alimentos. Esto se puede lograr reduciendo mucho los carbohidratos de la dieta o ayunando (bien con ayunos intermitentes o más largos). De momento, no me voy a extender más aquí con los mecanismos ni los beneficios metabólicos que implica.

Seguimos con mi experiencia: Los primeros días me sentí fatal, probablemente en parte también fue porque arrastraba la enfermedad, pero a partir de la segunda semana fue como…magia! Empezaba a ser verdad. Yo, la escéptica number one, estaba experimentando alguna de esas cosas que se decían. Ya no sentía ganas de picotear a todas horas. Cuando me apetecía un matchalatte  a media mañana, era más porque necesitaba ese ratito de descanso que por el snack en sí, y no necesitaba nada para acompañarlo. Y he sido capaz de incorporar varios ayunos intermitentes de 16 horas sin apenas esfuerzo! ¡¡Increíble para mí!! En honor a la verdad, también es cierto que algún día me he sentido muy cansada, no sé si por el proceso o por las circunstancias, pero lo que más me apetecía no era comer, sino descansar, no hacer nada.

Considero que llevo todavía poco tiempo, ya que el cuerpo no se adapta de un día para otro. Y siento decir que todavía no he descubierto esa energía desbordante ni esa claridad mental que dicen, pero me he propuesto perseverar al menos 6 semanas para poder determinar si el efecto en mí es positivo o no. De momento, 3.5 kg menos y lo mejor, una reducción del 3% de porcentaje de grasa (lo que significa que de los perdidos, 2.5 kg aprox son de grasa, genial) no está mal para empezar. Lo que más me asombra y maravilla es que puedo pasar toda la tarde sin comer nada, y ¡sin ansiedad!, cuando últimamente caían entre la comida y la cena, al menos un par de picoteos. Mis digestiones ahora son PERFECTAS, salvo quizá, algo de estreñimiento (que no me preocupa demasiado, porque sé que se acabará regulando) y me siento en general más ligera y desinflamada (lo dice el botón del pantalón 😉 ).

He de decir que al principio me resultó algo duro, hay que tirar de fuerza de voluntad, tener mucha paciencia y perseverar, perseverar porque llega un punto en que la cosa cambia (afortunadamente, porque la fuerza de voluntad no es infinita). Aunque parece ser que no para todo el mundo es igual, yo cuento aquí mi experiencia. Estoy segura de que el hacer los ayunos intermitentes ayuda bastante, pero también estoy firmemente convencida de que resulta muchísimo más difícil hacerlos si no tienes entrenado tu cuerpo a quemar grasa. O sea, si te atiborras a pan y dulces es más probable que te sea difícil hacer un ayuno, por corto que sea, porque lo que vas a querer precisamente son más pan y dulces (cuestión hormonal, que requiere explicación más amplia…)

Ahora, si veo que me va bien ¿seguiré así indefinidamente? Sinceramente, no creo. Es muy llevadero y en este momento, me encuentro fenomenal, pero no deja de ser una alimentación algo restrictiva (he tenido la suerte de no tener ningún “evento social” estas semanas) por lo que probablemente después pase a una low carbun poco más relajada… 

Para llevar a cabo este experimento me ha servido de gran ayuda la guía de De cero a cetode Marcos Vázquez (Fitness Revolucionario) y estoy muy de acuerdo con él en que, aunque no adoptes este tipo de alimentación permanentemente, hacer un ciclo o dos de cetosis al año puede ir muy, pero que muy bien. 

Qué estoy comiendo ahora? 

  • Básicamente toneladas de vegetales: verduras (priorizando hoja verde), ensaladas gigantes…
  • Proteínas en cantidad moderada: huevos, kéfir, yogur griego y quesos de oveja o cabra (ecológicos), pescado (salmón, sardinas, bonito, gambas…), tofu y tempeh, pollo, algo de jamón (del bueno, una vez a la semana como máximo) y muy de vez en cuando, si puedo disponer de ella, ternera ecológica
  • Y grasas saludables: aguacate, aceite de oliva virgen extra, coco, ghee…

También pequeñas cantidades de frutos secos y semillas (que están a medio camino entre las proteínas y las grasas), leche de coco y almendras casera, frutas rojas y arándanos, cacao puro o chocolate negro 90-99%, hierbas y especias… Como veis, todo muy básico y muy sencillo.

En definitiva, no deja de ser una dieta #plantbased totalmente #realfood: o sea, basada en plantas y con comida real, más o menos lo que ya comía antes, eliminando los cereales y las legumbres.

En fin, que como no quiero que este post sea interminablemente largo, y ya lo es, voy a dejarlo aquí porque el tema da para mucho, y haré una segunda parte para contaros mi evolución y conclusiones y, si os interesa, más detalles.

Así que aprovechad: ¿Me queréis preguntar algo? ¿saber algo más en concreto? ¿lo habéis probado?  Podéis dejarme cualquier duda o sugerencia abajo en los comentarios, si preferís por Instagram o por email  

Entonces… os espero en la segunda parte!


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