Aprovechando que hoy es el Día Internacional del Yoga y que también empieza el verano (aunque esto en realidad no tiene nada que ver) voy a escribir mis conclusiones sobre el reto que me puse el mes pasado de hacer yoga todos los días.
La verdad es que lo puedo considerar un éxito y además ¡me ha encantado! y me sigue encantando porque, a día de hoy, sigo haciéndolo. Aunque a veces se quede sólo en un par de rondas de Surya Namaskar (saludo al sol) por la mañana, pero eso ya es algo, y algo es mejor que nada 😉
Los primeros días lo iba dejando a lo largo de la jornada «para más tarde» hasta que al final, a última hora de la noche, ya cansada y con sólo la motivación de cumplir el reto, conseguía hacerlo. Y sí, efectivamente iba cumpliendo, pero enseguida me dí cuenta de que así no iba a llegar muy lejos. Así que me replanteé el horario y decidí probar a primera hora de la mañana. Yo, que siempre me había considerado incapaz de hacer absolutamente nada antes de desayunar, resulta que me sorprendí a mí misma comprobando que no sólo podía, sino que además de esa manera me iba a resultar más fácil conseguir el hábito de hacer una mini-práctica de yoga al levantarme. Y la verdad, me sienta genial, aunque sea breve es muy energizante. Es cierto que las circunstancias (y los horarios) han acompañado, pero ahora que ya he cogido la rutina espero poder mantenerla aunque éstas cambien (que lo van a hacer).
Mi consejo si algún día decidís probar algo así , es que el hecho de buscarte un momento en el que puedas hacerlo todos los días a la misma hora (sea la mañana, la tarde, la noche…) facilita la rutina y ayuda mucho a crear el hábito.
Otra cosa que creo que me facilita practicar en casa es el tipo de yoga elegido (en este caso Ashtanga o Tripsichore) ya que, al estar basado en seguir una secuencia, una vez que te la aprendes no tienes que estar pendiente de que alguien te diga lo que tienes que hacer, ni pensar en posturas y contraposturas… simplemente empiezas y luego te va saliendo casi sólo (y con la tranquilidad de que en ese sentido lo estás haciendo bien).
Eso sí, también me he dado cuenta de que aunque sea gratificante (y totalmente recomendable) practicar en casa, lo que es insustituíble es la energía que se crea en una clase, así que sigo esperando con ganas los días que me toca ir (a mi sitio favorito GoYoga!), no sólo para seguir aprendiendo sino para también para disfrutar de esa sensación de energía colectiva y salir «con las pilas recargadas» 😀
¡Os animo sinceramente a que lo probéis!